PumaKatari vs. mafias al volante – !
Escucha la noticiaDesde hace varios meses hemos vivido días en que las calles estaban vacías por la falta de gasolina y diésel, y otros en los que el tráfico se volvía insoportable porque en avenidas de mucha circulación, se producen filas de varias cuadras para acceder a las gasolineras cuando recién llega una provisión de combustible. Seguimos presenciando durante semanas la batalla campal entre los concejales de diferentes partidos en el concejo municipal (algunos tan mafiosos como Chambilla, Sogliano o Chaín), y el alcalde que quiere congraciarse con las “cooperativas” o “sindicatos” que han aumentado el precio del transporte, sin realizar las mejoras a las que se comprometieron: GPS en cada unidad, paradas y horarios fijos, mantenimiento de los vehículos, etc. No es la primera vez que engañan a la población. Lo han hecho siempre, nunca cumplen sus compromisos y cada vez crecen más en número y en influencia política, lo que significa que, a pesar de simular que son “pobres”, es un excelente negocio para ellos. Si no fuera negocio no estarían allí. Ojalá hicieran un “paro” de manera definitiva. La importación de gasolina y diésel con sobreprecios inadmisibles y negociados del hijo del presidente Arce y la sospechosa empresa Botrading, nos lleva cada dos semanas a una situación de zozobra, tanto porque no existe un solución en el futuro inmediato, como por la incomodidad que causan las largas filas de vehículos en todo el país. En La Paz se convierten en un embudo varias vías principales, como las avenidas 6 de Agosto, Arce, Ballivián y Hernando Siles. A esto se añade el hecho de que las principales gasolineras de la ciudad están situadas en los lugares menos convenientes, como si se hubiera planificado con las patas desde el principio. La gasolinera del Automóvil Club en San Jorge es responsable de trancaderas de muchas cuadras sobre la avenida 6 de Agosto. La que se encuentra en el inicio de la avenida Kantutani tranca la calle Sánchez Lima de la misma manera, y la que está en la curva de Holguín no solamente produce taponamientos en la avenida Hernando Siles, sino que está situada sobre el cauce de un rio, violando la reglamentación municipal de no construir en 25 metros de los aires de rio. Los ciudadanos parecen mansamente acostumbrados a semejante absurdo y a nadie en la alcaldía parece ocurrírsele que esas gasolineras deberían ser trasladadas a lugares más amplios, donde haya espacio suficiente para que la circulación de vehículos fluya normalmente. Obligatoriamente, toda gasolinera debería tener un determinado número de metros cuadrados de espacio de separación de una vía pública, para acomodar las filas de vehículos. Por lo visto las empresas dueñas o concesionarias de esas tres gasolineras mencionadas tienen más poder que el gobierno municipal. Por lo tanto, los que tienen vehículos seguirán protestando cuando tardan media hora en recorrer tres o cuatro cuadras en los lugares que he señalado. En los días de escasez de gasolina y de diésel, la alcaldía de La Paz perdió la oportunidad de demostrar que el PumaKatari, es decir, el transporte público municipal, es una estupenda alternativa al transporte privado de las mafias de “minibuseros”, que inundan tanto El Alto como La Paz y que ejercen una presión política inaceptable sobre las instancias del gobierno municipal. En lugar de sacar a la calle todas las unidades del PumaKatari, la alcaldía paceña disminuyó el número de buses en circulación, con el argumento de que no había diésel, lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿cómo es que un sistema municipal de transporte no cuenta con sus propios tanques de reserva de combustible y estaciones de servicio? ¿Por qué luego de diez años de existencia del PumaKatari, la alcaldía no ha tomado previsiones para ser autónoma en combustible no sólo para el transporte público municipal, sino también para su maquinaria pesada? Esa falta de visión de futuro caracteriza a los gobiernos municipales, principalmente al actual, demasiado ocupado en tonterías superficiales como el letrero gigantesco de La Paz (el delirio de Hollywood de un alcalde acomplejado) o el maquillaje de parques y plazas, mientras descuida las obras de infraestructura y se limita a atender emergencias por las lluvias, porque no ha tenido la visión de aplicar medidas de prevención durante la época seca. Los paceños valoramos el PumaKatari y lo hemos defendido desde el inicio contra los ataques violentos de los transportistas privados, de las mal llamadas “cooperativas” que son empresas familiares mafiosas. El PumaKatari fue uno de los importantes legados del alcalde Luis Revilla, pero el actual alcalde Arias no ha sabido cuidarlo, sino todo lo contrario. Nuestra defensa del PumaKatari debe pasar también por la crítica de aquello que no funciona bien en este sistema de transporte que se ha popularizado en todas las ciudades de América Latina, con diferentes nombres: Transmilenio (Bogotá), Metrobús (México), Metrobús Q (Quito), Transmetro (Guatemala), entre otros. Todos ellos con carril exclusivo de circulación y plataformas elevadas en las paradas. Cuando estos sistemas integrados se iniciaron en Sao Paulo, Ciudad de México, Bogotá o Ciudad de Guatemala (un centenar de ciudades de América Latina los han implementado), los automovilistas privados protestaron, pero años después queda claro que la mayoría de la población se beneficia y que es importante fortalecer el sistema público de transporte en lugar de debilitarlo. Es absurdo que las ciudades estén saturadas de autos, de ruido y de contaminación, con miles de automóviles con una sola persona adentro. En Londres se cobra una tasa alta por entrar a la ciudad en vehículos privados, y en otras ciudades los autos con más de dos personas pueden beneficiarse de carriles despejados, mientras que los que llevan solamente al conductor deben circular por vías saturadas. Es una manera de estimular para que usen transporte público o para que compartan sus vehículos con otras personas. En las ciudades más amigables con sus habitantes, Ámsterdam por ejemplo, sólo se permiten bicicletas en el área central de esa hermosa ciudad. La tendencia mundial en países civilizados es desarrollar el transporte público integrado con tranvías, trolebuses, trenes de cercanía, autobuses eléctricos o de hidrógeno, ciclovías, bicicletas y autos públicos de uso compartido, con estaciones de recarga de baterías. Casi todos los sistemas de transporte público municipal en nuestra región tienen carriles exclusivos y paradas que han sido diseñadas en altura sobre el nivel de la calle, de manera que los usuarios no tienen que subir y bajar gradas. Cuando los buses se detienen en una parada, el nivel de la plataforma está a la misma altura que el del interior del bus, de manera que es fácil que personas con dificultades para caminar o en sillas de ruedas, puedan entrar y salir. En La Paz he visto varias veces a usuarios que se dan porrazos al bajar del PumaKatari, porque en Bolivia se optó por buses chinos demasiado altos, y los adultos mayores y personas con limitaciones motrices, tienen dificultades para subir y bajar. La operación de elevar una silla de ruedas suele tomar varios minutos y es completamente arcaica: el chofer del PumaKatari tiene que bajarse del vehículo y manipular controles externos. Es un absurdo. Algunos técnicos de la alcaldía dirán que la ciudad de La Paz es muy complicada para tener carriles exclusivos y plataformas altas para acceder a los buses, porque no hay avenidas anchas, la ciudad es un embudo saturado. Sin embargo, una adecuada planificación permitiría hacerlo. Quito tiene una topografía parecida a La Paz, y allí funciona bien el sistema. El PumaKatari tan querido por los paceños estuvo parado inexplicablemente durante meses al principio de la gestión del alcalde Arias. Los nuevos buses que remplazaron a aquellos que fueron salvajemente quemados por Jesús Vera y su grupo de incendiarios masistas, estuvieron estacionados casi un año sin circular, supuestamente porque no tenían todavía seguro ni GPS, como si adquirir los seguros e instalar los GPS tomara tanto tiempo. Otra vez, era una falta de planificación. No sé quién es el encargado del PumaKatari en la alcaldía, pero no hace quedar bien al alcalde. Merece un cocacho, por lo menos. Como usuario asiduo he detectado varios problemas que no deberían ser tan difíciles de solucionar. Aquí van algunos: Las paradas del Puma están descuidadas, los minibuses y otros vehículos privados no las respetan, la guardia municipal brilla por su ausencia, así como la policía de tránsito. Cualquiera se estaciona en plena parada del PumaKatari y no recibe ninguna sanción. Por lo menos deberían colar sobre el vidrio frontal de los vehículos que violan las normas, un enorme papel adhesivo (difícil de despegar) que diga en letras grandes “Infractor”, como se hace en otros países. Otra ventaja de las paradas con plataforma alta: no puede estacionar allí ningún vehículo ajeno al sistema municipal. Hay paradas tan precarias, que sólo consisten en un poste con el letrero del PumaKatari, pero sin ninguna comodidad para los usuarios: sin banca para sentarse, sin basureros, sin techo para protegerse del sol o de la lluvia. En lugar de arruinar plazas que estaban bien, la alcaldía debería mejorar las paradas del PumaKatari. Inicialmente se había anunciado que los PumaKatari tendrían internet wifi para los usuarios. Eso no sucede, aunque algunos buses todavía tienen pegado en la ventana un letrero con el símbolo de wifi. Otra mentira. El tiempo de llegada de los autobuses no está controlado. A veces hay dos que pasan casi juntos, con apenas dos o tres minutos de distancia, y otras veces hay que esperar 30 o 40 minutos para que aparezca el siguiente. ¿Cómo hacen, en ciudades grandes de Europa o Estados Unidos, para tener -en cada parada de bus- un horario exacto de paso de los buses durante todo el día? ¿Por qué no podemos civilizarnos un poquito? Dentro de los buses, el trato de las anfitrionas es desigual. Antes tenían mejor entrenamiento que ahora. Algunas son educadas y colaboradoras, y otras muy distraídas, tan enfrascadas en sus celulares que se olvidan de señalar las próximas paradas. Algunas cumplen con su tarea tal como fueron capacitadas, otras hacen el mínimo esfuerzo y ni siquiera interpelan a los usuarios para que no consuman alimentos en el bus, para que utilicen los cinturones de seguridad en los asientos amarillos reservados para adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, para que usen audífonos por respeto a los demás, o para que anuncien su bajada varias cuadras antes. Hay choferes torpes que manejan como minibuseros, frenando bruscamente o tomando curvas a una velocidad innecesaria, algo muy incómodo para los pasajeros que están de pie. Está claro que la capacitación ya no se hace como antes. La aplicación para teléfonos celulares que sirve para ubicar a los buses y saber cuánto tardarán en llegar a una determinada parada, no funciona bien desde que asumió la nueva administración municipal. Quizás por ahorrarse unos pesos contrataron a una empresa menos buena, pero el caso es que el GPS no marca correctamente el itinerario de los buses, algunos aparecen de pronto en la parada sin estar visibles en la aplicación, y otros aparecen y desaparecen súbitamente de la pantalla, misteriosamente. Cuando se trata de quejarse, en vano llama uno al teléfono 800 13 4444 porque se corta inmediatamente la llamada. Me tomó meses descubrir que hay otros números a los que se puede llamar, pero no están anunciados en los buses ni en las paradas. Y luego, nunca se sabe en qué quedó una queja, ya que, aunque solicitan el nombre del usuario y a veces dan un número de caso, nunca hay seguimiento. Los PumaKatari están equipados con dos diminutas pantallas de video cuya programación deja mucho que desear, son el ejemplo de oportunidades perdidas para la educación cívica ciudadana. La mayor parte del tiempo lo que vemos en esas pantallas es propaganda del alcalde (“Fuerza Negrito”) con dinero de los contribuyentes, o música (una selección sin coherencia o lógica). Algunos anuncios sobre rutas suelen estar completamente desfasados, por ejemplo, en febrero de 2025 seguían anunciando la “próxima” inauguración del servicio a Mallasa (cuando esa ruta ya se había abierto en octubre del 2024). Los minibuses son una lacra de pesadilla. Les dediqué una columna hace pocas semanas. Paran tres o cuatro veces en una misma cuadra para recoger pasajeros, a veces en media calle, en las esquinas más transitadas o sobre los pasos de cebra. El caos urbano que causan por no respetar paradas fijas, es insoportable. La única solución es un buen servicio de transporte municipal, el fortalecimiento del PumaKatari, nuevos buses más prácticos, nuevas paradas mejor instaladas y cuidadas por la guardia municipal, nuevas rutas, autonomía en la provisión de combustible para los buses, personal mejor entrenado. Estamos a tiempo para aprender algo de otras ciudades mejor organizadas. *La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo Cuentanos si te gustó la nota
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